
En el tango no trata de pasos, de nivel o de detalle técnico. Se trata de cómo conectamos con la pareja, y de cómo sentimos la música. Cuando realmente conectamos, el baile se convierte en mágico, y el nivel en secundario.
Ir a clases y aprender técnica le permitirá ser más sensible y por lo tanto compartir más, pero no es lo que importa. Pronto verá que al bailar el tango, sentimos mucho de lo que nuestra pareja está sintiendo: es mucho más agradable bailar con un principiante que se está divirtiendo que con un bailarín experimentado que se centra en su técnica y se olvida de el resto…
¿Pero, qué es la conexión?
Cuando los bailarines de tango hablan de conexión, por lo general hablan de dos cosas. Lo ideal es buscar las dos.
- La conexión física de pechos siempre uno frente al otro, incluso durante las secuencias complicadas incluyendo giros y ochos. Esta es una aptitud física que puede ser entrenada, con ejercicios de eje y disociación.
- La conexión emocional, que es estado mental del/de la bailarín/a: su disponibilidad para con su pareja, sea cual sea su papel (conductor o seguidor). Con el fin de conectar, hay que dejar el mundo atrás, y centrarse exclusivamente en la persona con la que estamos bailando. Las personas que suelen seguir tienden a hacer eso de forma automática, pero las personas que conducen necesitan también desarrollar este estado mental.
CONEXIÓN EMOCIONAL: LA REGLA DE LOS 80/20
- Cuando bailamos tango, podemos fácilmente quedar atrapados en el «MI MISMO»: queremos escuchar a nuestra pareja, pero pensamos en nuestra técnica, en las personas que nos miran o rodean, en nuestra musicalidad, o preocuparse por lo que piensa nuestra pareja acerca de nosotros. Debido a todo eso, no podemos conectar…
- Así que hay una regla de oro: centrarse en el 80% de su pareja, y el 20% sobre sí mismos.
- Los conductores, en especial, pueden fácilmente quedar atrapados en La Gran Tarea de Dirigir, y se olvidan de escuchar a sus parejas. La marca de un conductor con experiencia es en realidad su atención a su pareja.
Podemos incluso decir que la conexión va más allá del abrazo, y consiste en la conexión con la música, y con las parejas bailando junto a nosotros en clases o milongas.
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